miércoles, 21 de mayo de 2014

Javier Nart y la cuenta suiza




La explosión: 23 de julio de 2009. En Barcelona llueve y el calor es aún sofocante. Y no hará más que aumentar en los meses siguientes, especialmente entre la sociedad bienestante. Fèlix Millet, un prohombre, uno de los nuestros, ha caído en desgracia. La investigación por el caso Palau se ha hecho pública y su mancha se extenderá como el aceite hasta llegar a sitios insospechados. Fijémonos en uno de ellos.  

Antecedentes, el movimiento: 26 de Septiembre de 2008. La cuenta 707.015 del banco suizo Societé General Private Banking, cuyo titular es Fèlix Millet, registra una salida de 31.900€ hacia otra cuenta de la misma entidad. El titular de la cuenta receptora es Javier Nart Peñalver, su esposa Isabel, sus hijos Gorka y Laia, y cuatro sociedades.

Dos años después, Javier Nart presenta ante el juzgado número 30 de Barcelona -donde el juez Solaz instruye el caso Millet- un documento emitido por Societé General Private Banking. En él, el banco suizo se autoinculpa del error de traspasar 31 mil euros de la cuenta de Millet a la de Nart. El argumento es simple: a Nart se le retiró ese mismo importe por error y en lugar de ser repuesto el importe por la entidad, se compensó con fondos de otra cuenta, la de Millet. Nart afirma que nunca opera con esa cuenta y que prácticamente nunca obtiene su saldo.

Millet y Nart comparten gestor de cuentas en Suiza: Fernando Riba Ribera. Ex-tesorero del Círculo de Economía en los 70, compartió junta con Duran Farell, Ferrer Salat y Narcís Serra, entre otros muchos miembros de la alta sociedad catalana. Actualmente es administrador de banca privada de Societé General Private Banking, cargo que no parece corresponderse con el de un simple administrador de cuentas. Residente en Suiza, administra sus intereses comerciales desde la empresa SERVICOM ADFINAN SL.               

La carta: Octubre de 1982. Unos días antes de celebrarse las elecciones generales que le darán a Felipe González su primera mayoría absoluta, don Ignacio Nart Fernández, notario desde el año 1942 y muy afecto al régimen, recibe una carta en su domicilio de Bilbao. En ella, ETA le exige el pago del llamado impuesto revolucionario y le amenaza de muerte en caso de que se niegue. El importe a satisfacer es de siete millones de pesetas. Su hijo Javier vuela a Bilbao en cuanto conoce la noticia y apoya incondicionalmente a su padre en la decisión de “no pagar ni una peseta”. Don Ignacio no puede soportar la idea de que, accediendo al chantaje, contribuyera a “vivir [yo] habiendo pagado la bala que matará a quien no quiso o no pudo pagar” (1)

La justificación: Javier Nart ha dado explicaciones sobre la existencia de esta cuenta solo dos veces. En la primera, de febrero del 2014, Javier Nart afirma que la cuenta en Suiza la creó Ignacio, su padre, tras haber sido amenazado por ETA. Nada dice del objetivo de la cuenta. En la segunda, una extensa entrevista de Mònica Terribas de marzo del 2014, Nart explica (minuto 27 en adelante) que el dinero depositado habría de servir por si Ignacio necesitaba exiliarse como consecuencia de negarse a pagar a ETA.


La verosimilitud de la justificación:

¿Es posible que Ignacio Nart abriera una cuenta en Suiza por si necesitaba exiliarse para huir de ETA? Es posible, pero poco verosímil. Aquellos que en su día se negaron a pagar “el impuesto revolucionario” y recibieron amenazas de muerte por parte de ETA, o bien se limitaron a marcharse a otras comunidades autónomas o bien huyeron a Francia. Ignacio tenía a dos hijos viviendo en Barcelona. Ir a vivir con ellos hubiera acabado con todos sus problemas ya que, que se recuerde, ETA nunca asesinó fuera de Euskadi a causa de no pagar el impuesto revolucionario. Si esto no le parecía suficiente, una huida a Francia hubiera garantizado al 100% su seguridad. Durante los llamados años de plomo, ETA tenía en Francia “su santuario”, ya que allí sus militantes podían vivir con relativa tranquilidad. Esto se debía a cierta pasividad del gobierno francés, que -quizás implícitamente- requería a cambio que la banda no actuara en su territorio. Ignacio Nart no tenía más que mudarse a unos kilómetros de su casa de Bilbao y en Francia estaría perfectamente a salvo. ¿Para qué abrir una cuenta en Suiza? Mejor hacerlo en Francia, ¿no?

Supongamos, aún siendo poco verosímil, que efectivamente Ignacio Nart abriera la cuenta (cosa que debería constar en el testamento que Javier -como heredero- podría aportar). Cuando se produce el caso Palau, hacía 17 años que había fallecido y se había jubilado hacía 31. Que un padre abra una cuenta, independientemente de sus motivos, ¿justifica su existencia tantos años después? Cuando un ascendiente fallece, lo habitual es que los herederos liquiden la cuenta y se repartan su saldo. Javier Nart parece que no hizo eso. Al contrario: incluyó a  esposa, hijos y cuatro sociedades. En el registro mercantil español solo consta una sociedad a nombre de Javier Nart. Es una sociedad anónima y se llama SIZWE (cuyo significado en Xhosa es Nación). Por su balance, parece una sociedad de gestión inmobiliaria. ¿Cuáles son las otras sociedades que aparecen en la cuenta? ¿Están domiciliadas allí y eluden a la hacienda española?

El saldo de la cuenta era de, al menos, 31.900 euros, ya que esa es la cantidad que se retiró de ella para luego devolverse. ¿Tenía Nart esa cantidad en una cuenta “olvidada”, aparcada en una libreta perdida en el fondo de un cajón de la cómoda? Para administrar una cuenta olvidada, ¿necesita Nart del gestor de cuentas suizas de la clase alta barcelonesa? Quizás en el sumario del caso Palau estos aspectos están aclarados.

El cónsul honorario del Chad y poseedor de pasaporte diplomático debería aclarar estas cuestiones. Sorprende que los medio no hayan incidido más en ellas. O quizás no sorprende, lo cual es peor.



1 Citas textuales de la página 280 del libro SÁLVESE QUIEN PUEDA! - Mis historias e histerias de guerra, de Javier Nart Peñalver